Sé cuánto daño he causado. Debería haberme quedado junto a Dios. Lo intenté y fracasé, y produje un holocausto.
Jeffrey Dahmer.
A continuación se cita la declaración íntegra de Dahmer ante el tribunal justo antes del veredicto del juez Graham.
“Señoría:
Todo ha terminado ya.
Ésta nunca ha sido una causa para intentar salir libre. Francamente, yo mismo deseaba la muerte. Ésta ha sido una causa destinada a contarle al mundo lo que hice, pero no por razones de odio.
Yo no odio a nadie.
Sabía que yo era un enfermo o un malvado, o ambas cosas. Ahora creo que estaba enfermo.
Los médicos me han hablado de mi enfermedad, y ahora siento un poco de paz.
Sé cuánto daño he causado.
Intenté hacer todo lo que pude después de mi arresto para reparar algunas cosas, pero no importa lo que haga, nunca podré deshacer el terrible daño que he causado.
Mi intento para ayudar a identificar los restos fue todo lo que pude hacer, y eso es casi nada.
Me siento terriblemente mal por lo que les hice a esas pobres familias, y comprendo su legítimo odio.
Ahora sé que pasaré en prisión el resto de mi vida.
Sé que tendré que volver mi rostro hacia Dios para que me ayude a superar cada uno de esos días.
Debería haberme quedado junto a Dios. Lo intenté y fracasé, y produje un holocausto.
Gracias a Dios, ya no podré hacer más daño a nadie. Creo que sólo el Señor Jesucristo puede salvarme de mis pecados.
Le he pedido al señor Boyle que acabe con este asunto.
No quiero impugnar los pleitos civiles. Le he pedido que dé su consentimiento [sic] si puede.
Si alguna vez hay algún dinero, quiero que vaya a parar a manos de las familias.
He hablado con el señor Boyle acerca de otras cosas que pueden ayudarme a aliviar mi conciencia, encontrando algunas ideas que puedan constituir reparaciones para esas familias, y trabajaré con él para lograrlo.
Quiero regresar a Ohio y acabar rápidamente con ese asunto [su primer asesinato, el cometido contra Steven Hicks], con el fin de poder dejar atrás todo eso y regresar aquí para cumplir mi sentencia.
Yo decidí pasar por este juicio [podría haberse declarado culpable y haber ido directamente a prisión], por un cierto número de razones. Una de ellas era la de hacerle saber al mundo que éstos no eran crímenes movidos por el odio.
Quería que el mundo, y que Milwaukee, a la que he dañado profundamente, supieran la verdad de lo que hice. No quería que quedase sin responder ninguna pregunta. Ahora, todos los interrogantes han tenido una respuesta.
Yo quería averiguar qué era lo que me había hecho ser tan malo y diabólico. Pero, más que nada, el señor Boyle y yo decidimos que era una forma de decirle al mundo que si en él hay personas con este tipo de desequilibrios, sería mejor que les prestaran ayuda antes de que acaben haciéndose daño o causándoselo a otra persona. Creo que este juicio lo ha conseguido.
Yo acepto toda la culpa de lo que hice.
Le he hecho daño a mucha gente.
El juez de mi anterior juicio intentó ayudarme, pero yo rechacé su ayuda y él se ha visto perjudicado por lo que yo hice. [Una referencia a las críticas hechas contra el juez Gardner por dejar libre a Dahmer con demasiada facilidad].
He perjudicado a los policías del asunto Konerak, y lamentaré eternamente haber sido yo la causa de que perdieran sus empleos, y lo único que deseo y ruego a Dios es que puedan recuperar sus puestos porque yo sé que ellos hicieron las cosas lo mejor posible y yo les engañé completamente. Eso lo lamento infinitamente.
Sé que perjudiqué a mi oficial de libertad condicional, que realmente estaba intentando ayudarme. Lamento profundamente eso y el daño que le he causado a todas las demás personas.
He herido a mi madre, mi padre y mi madrastra. Yo les quiero muchísimo a todos. Espero que ellos encuentren la paz que yo estoy buscando.
Las ayudantes del señor Boyle, Wendy y Ellen, se han comportado maravillosamente conmigo, ayudándome a pasar por el peor momento de mi vida. Quiero darle públicamente las gracias al señor Boyle. Él no tenía obligación de aceptar este caso; pero cuando yo le pedí que me ayudara a encontrar las respuestas y a ayudar a los demás si podía, él permaneció a mi lado y fue mucho más allá de sus obligaciones para intentar ayudarme.
El señor Boyle y yo estábamos de acuerdo en que éste no era un caso para salir en libertad. Sólo era cuestión de en qué lugar pasaría alojado el resto de mi vida, no por mi comodidad, sino en un intento de estudiarme con la esperanza de ayudarme a mí y aprender a ayudar a otros que pudieran tener problemas como los míos.
Ahora sé que estaré en la prisión.
Me he comprometido a hablar con los médicos que podrían ser capaces de obtener algunas respuestas.
Para acabar, sólo quiero decir que espero que Dios me haya perdonado. Creo que Él lo ha hecho.
Sé que la sociedad no será nunca capaz de perdonarme.
Sé que las familias de las víctimas nunca serán capaces de perdonarme por lo que he hecho. Pero si hay Dios en el cielo, prometo que le rezaré cada día para que les pida su perdón cuando el dolor haya pasado, si alguna vez pasa.
He visto sus lágrimas, y si en este mismo momento pudiera dar mi vida para traer de vuelta a sus seres queridos, lo haría.
La tristeza que siento me abruma.
Señoría, sé que está usted a punto de sentenciarme.
No le pediré que tenga ningún tipo de consideración conmigo.
Quiero que sepa que he sido tratado con absoluta corrección por parte de los guardias que han estado presentes en su sala, y los que trabajan en la cárcel. Esos guardias me han tratado de una forma muy profesional y quiero que todos lo sepan. No me han dado tratamiento especial ninguno.
He aquí unas palabras que merecen nuestra más absoluta aceptación: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por eso fui recibido en misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos, amén».
(1 Timoteo 1:15-17)
Sé que mi estancia en la prisión será terrible, pero merezco todo lo que me ocurra por lo que he hecho.
Gracias, Señoría; estoy preparado para oír su sentencia, la cual sé que será la máxima.
Le pido que no tenga ninguna consideración conmigo”.
Referencias Bibliográficas
- EL hombre que no mató suficiente, Anne E. Schwartz, 1992
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